Como era de esperar, la llegada a la sala de juego fue extraña. Faltaba alguien. No cambiaron el sorteo como habíamos intentado gestionar; pero al menos si sacaron su tablero y tambien lo sacaron de la hoja del sorteo de ese día que estaba colgada en el panel. También el árbitro tuvo la deferencia de solicitar un minuto de silencio en su memoria que todos los presentes cumplimos sin excepción y al acabar se rompió ese silencio en un aplauso por su persona. Nada de ello devolverá su presencia, pero al menos fue un pequeño detalle de esa pequeña parte del mundo ajedrecista que allí estábamos.
Ayer los resultados de cada uno quisieron que nos emparejaramos los Mon y Éric con 4,5 puntos en la clasificación, con la posibilidad de algún enfrentamiento directo en la última ronda del martes que viene.
En cuanto a la velada ajedrecística, los resultados fueron variados. Monluis ganó su partida tras lanzarse al ataque desde una apertura de dama que acabó convirtiéndose en una pseudosiciliana-dragón, pero con los peones de "d" blanco y "c" negro presentes. Para no estar habituado a estas posiciones, fue lo suficientemente hábil para cerrar el flanco de dama y tras defender las posibles puillas de su "rival", abrir el flanco de rey para desatar un ataque desenfrenado en busca de la victoria que acabó consiguiendo. Parece que ha dejado atrás esos momentos de penurias y falta de resultados y poco a poco va afinando de nuevo.
A mi me tocó bailar con uno de esos contrincantes que a nuestro nivel son muy peligrosos. No tienen elo porque el que les cuenta es el Fide y como vienen de fuera y no tienen la opción de, seguramente, jugar tanto torneo como aquí, su elo no es real traspasado al catalán. Además de contar con el efecto de ser sub-16 que siempre le hace algo más peligroso por su juventud. Aún así no es excusa para mi. De hecho planteé una apertura bastante seria dentro de la siciliana, tal vez conservadora, pero seria y sin perder de vista el juego agresivo. Tuve la posición durante bastante tiempo con unas ventajas cómodas, posiblemente ligeras, pero ventajas al fin y al cabo. Pero de golpe, por ir evitando las tablas, me encontré que esa ventaja había desaparecido para ir a remolque, realmente marché sin saber bien donde había ocurrido, para al final, apurado por el tiempo acabar de tirar toda la posición. Tengo la sensación de que yo me lo guisé y yo me lo comí; aunque claro está, algo tuvo que ver mi joven contrincante evidentemente.
Éric finalizó su partida en tablas en una partida con muchos movimientos tácticos en apareciencia, pero que no eran más que pura estrategia. Manolo ganó su partida y poco puedo decir, ya que no ví nada de ella.
La vuelta a casa era como esperábamos: silenciosa, sin ganas de humor y recordando. Una sensación extraña por lo que te falta en ese momento.
2 comentarios:
La última ronda dará mucho de que hablar, nosé yo... pero huele a sangre jajajaja!
Hasta entonces!
Buahhh!!!!, tenía la esperanza de que no te presentases, ya que a veces tomas esa determinación.
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